La historia de las tradiciones y del arte marroquí, remontan a la época del Neolítico (alrededor del 5000 a.C), cuando se produjo una migración de pueblos desde el Este. El arte marroquí, aunque en constante, siempre tenía un guiño hacia el pasado intercalando ciertas pinceladas de este.
La cultura siguió enriqueciéndose con la llegada de las primeras tribus bereberes, allá por el siglo V a.C., para asentarse en el norte de Marruecos.
Por boca nuestra se oyó el latín, el hebreo, el beréber, el turco y el árabe, pues todas las lenguas, todas las plegarias nos pertenecen. Pero no pertenecemos a ninguna.
Dando un gran salto en el tiempo, pero siguiendo con la misma tribu, nos damos rápidamente cuenta de la gran huella que dejó y deja impresa el pueblo bereber tanto en la historia como en la cultura marroquí actual. Esto se puede deducir del gran legado que dejo presente este pueblo con dinastías como la de los Almorávides, Almohades y Merinies. El apogeo de estas dinastías fue en casi todos los ámbitos del arte y del desarrollo social y cultural de forma paralela, dejándonos grandes maravillas arquitectónicas, avances en el dominio de las múltiples ciencias y escritos que despiertan los cinco sentidos.
Desviándonos ligeramente del concepto rudimentario de arte, para centrarnos en la gran repercusión que tuvo la llámese ‘cultura oral’ desde los primeros habitantes hasta los de la actualidad. Sobre este tema es necesario subrayar que las civilizaciones letradas conservaron con cierto afán y mediante escritos toda la ‘formación social’ existente, pero dejando al margen la cultura oral. En el caso del Magreb se cuidó con mucho esmero este patrimonio cultural viviente. Se trata de un conocimiento acumulado y de fuentes ancladas en las raíces culturales locales o regionales. Esta difusión se hace de manera oral y en forma de mito, leyenda, proverbio, canción, oda o simple narración. Los más sorprendente es que aunque a día de hoy se tenga acceso a una infinidad de medios, fuentes y maneras de información, se siga utilizando esta forma de comunicación arcaica, ya que la población se dio cuenta de lo fácil y hondo que se puede llegar a otra persona, así como una cierta certeza de continuidad y difusión.
A partir de los años cincuenta, varios autores locales empiezan a recolectar gran parte de esta cultura inmaterial para, principalmente, su clasificación y conservación. Paralelamente en el tiempo, empiezan a florecer las primeras novelas marroquíes, y con sus consiguientes críticos. Esta tendencia surge durante la época de la ocupación, y destaca por su tono crítico y reivindicativo; pero se acentúa mas después de la salida del ‘protector francés’, pero dejando detrás de sí la lengua de Moliere, idioma que por consiguiente utilizarían en sus novelas y pensamientos los grandes escritores contemporáneos marroquíes. A partir de entonces el campo literario francófono marroquí evolucionó de una manera grata, dejándonos autores ya consagrados como Driss Chraïbi, Tahar Ben Jelloun, Ahmed Sefrioui, Abdellatif Laâbi, y jóvenes talentos como Abdellah Taïa, Samira El Ayachi, etc.
La literatura marroquí, allende de corriente literaria francesa, destaca la escrita en lengua árabe. En esta sí que destaca una gran evolución entre los periodos de pre y post protectorados tanto español como francés. Al igual que en francés, se abarcan todos los géneros literarios y destacando en gran parte de ellos, desde la autobiografía hasta el teatro. Con autores como Mohammed Choukri, cuya herencia literaria siempre seguirá presente, Mohammed Berrada con los primeros ensayos literarios experimentales, y la modernización de la poesía árabe por parte de Mohammed Bennis.
La cultura siguió enriqueciéndose con la llegada de las primeras tribus bereberes, allá por el siglo V a.C., para asentarse en el norte de Marruecos.
Por boca nuestra se oyó el latín, el hebreo, el beréber, el turco y el árabe, pues todas las lenguas, todas las plegarias nos pertenecen. Pero no pertenecemos a ninguna.
Dando un gran salto en el tiempo, pero siguiendo con la misma tribu, nos damos rápidamente cuenta de la gran huella que dejó y deja impresa el pueblo bereber tanto en la historia como en la cultura marroquí actual. Esto se puede deducir del gran legado que dejo presente este pueblo con dinastías como la de los Almorávides, Almohades y Merinies. El apogeo de estas dinastías fue en casi todos los ámbitos del arte y del desarrollo social y cultural de forma paralela, dejándonos grandes maravillas arquitectónicas, avances en el dominio de las múltiples ciencias y escritos que despiertan los cinco sentidos.
Desviándonos ligeramente del concepto rudimentario de arte, para centrarnos en la gran repercusión que tuvo la llámese ‘cultura oral’ desde los primeros habitantes hasta los de la actualidad. Sobre este tema es necesario subrayar que las civilizaciones letradas conservaron con cierto afán y mediante escritos toda la ‘formación social’ existente, pero dejando al margen la cultura oral. En el caso del Magreb se cuidó con mucho esmero este patrimonio cultural viviente. Se trata de un conocimiento acumulado y de fuentes ancladas en las raíces culturales locales o regionales. Esta difusión se hace de manera oral y en forma de mito, leyenda, proverbio, canción, oda o simple narración. Los más sorprendente es que aunque a día de hoy se tenga acceso a una infinidad de medios, fuentes y maneras de información, se siga utilizando esta forma de comunicación arcaica, ya que la población se dio cuenta de lo fácil y hondo que se puede llegar a otra persona, así como una cierta certeza de continuidad y difusión.
A partir de los años cincuenta, varios autores locales empiezan a recolectar gran parte de esta cultura inmaterial para, principalmente, su clasificación y conservación. Paralelamente en el tiempo, empiezan a florecer las primeras novelas marroquíes, y con sus consiguientes críticos. Esta tendencia surge durante la época de la ocupación, y destaca por su tono crítico y reivindicativo; pero se acentúa mas después de la salida del ‘protector francés’, pero dejando detrás de sí la lengua de Moliere, idioma que por consiguiente utilizarían en sus novelas y pensamientos los grandes escritores contemporáneos marroquíes. A partir de entonces el campo literario francófono marroquí evolucionó de una manera grata, dejándonos autores ya consagrados como Driss Chraïbi, Tahar Ben Jelloun, Ahmed Sefrioui, Abdellatif Laâbi, y jóvenes talentos como Abdellah Taïa, Samira El Ayachi, etc.
La literatura marroquí, allende de corriente literaria francesa, destaca la escrita en lengua árabe. En esta sí que destaca una gran evolución entre los periodos de pre y post protectorados tanto español como francés. Al igual que en francés, se abarcan todos los géneros literarios y destacando en gran parte de ellos, desde la autobiografía hasta el teatro. Con autores como Mohammed Choukri, cuya herencia literaria siempre seguirá presente, Mohammed Berrada con los primeros ensayos literarios experimentales, y la modernización de la poesía árabe por parte de Mohammed Bennis.
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